Ni siquiera ha firmado y Xabi Alonso ya está siendo presentado, tácitamente, como el nuevo sumo sacerdote del templo merengue. El exjugador tolosarra, en camino a ocupar el banquillo del Real Madrid, podría encontrarse con algo más que un equipo en forma: una prensa rendida en devoción total hacia sus futuros dirigidos.

Rodrygo, en estado de gracia desde hace semanas, es descrito como el nuevo mesías ofensivo del Madrid. Con goles importantes en Champions y un rendimiento consistente en Liga, los titulares no escatiman: “Rodrygo, el elegido para guiar la era Xabi”. Todo lo que hace parece iluminado por un foco mediático que brilla más que el del estadio.

Jude Bellingham, por su parte, ha pasado de fichaje estrella a figura casi bíblica. Los medios lo retratan como el corazón del futuro sistema de Alonso. Cada movimiento suyo es interpretado como un presagio del “nuevo Madrid”: intenso, elegante, dominador. Con apenas 21 años, ya se lo llama “el alma del proyecto”.
Y como si eso no bastara, entra en escena Raúl Asencio, una figura inesperada en esta narrativa celestial. Bastaron unos minutos brillantes y un gol con suerte para que los titulares empezaran a comparar al joven con leyendas históricas. Que no haya jugado ni 200 minutos parece irrelevante ante el frenesí mediático.
En este contexto, el desafío de Xabi Alonso no será solo táctico, sino también simbólico: gestionar un vestuario inflado no solo por victorias, sino por la maquinaria de un periodismo que ha cambiado el análisis por la adoración.
¿Liderará Alonso una revolución o será víctima del mismo altar que ahora se le prepara? El Bernabéu espera milagros. Y la prensa, al parecer, ya canonizó a medio plantel.