Un nuevo terremoto sacude Valdebebas. Jude Bellingham sorprendió a todos al entrenarse con una intensidad desbordante, mucho antes de lo que indicaban los plazos médicos. Sus carreras explosivas, los disparos potentes y su sonrisa de regreso se viralizaron rápidamente, despertando la esperanza de un retorno anticipado de la joya inglesa.

Pero ese sueño se apagó de golpe. Según fuentes cercanas al club, Xabi Alonso, de acuerdo con el cuerpo médico, ordenó frenar de inmediato la sesión de Bellingham. El motivo: un temor persistente de que la zona de la lesión no esté completamente recuperada, y que forzar demasiado su cuerpo pueda provocar una recaída devastadora.

Los especialistas advierten que una vuelta precipitada podría traducirse en una baja prolongada de hasta varios meses, un riesgo que el club no está dispuesto a asumir. La decisión, aunque lógica, generó desconcierto entre los aficionados, que cuentan con Bellingham como pieza clave para afrontar los compromisos cruciales de la temporada, en especial en la Champions League.

Algunos analistas apuntan incluso a una tensión latente entre la ambición del propio jugador y la visión de largo plazo de Alonso. Bellingham, reconocido por su carácter competitivo, insiste en acelerar su regreso para recuperar su liderazgo en el mediocampo. Sin embargo, el técnico prefiere frenar y evitar lo que podría ser un desastre físico y deportivo.
En los pasillos del Bernabéu circula una frase reveladora: “mejor perder a Bellingham tres semanas que tres meses”. Sin embargo, esta precaución alimenta rumores sobre un posible “pacto silencioso” entre la directiva y el cuerpo técnico para proteger a su estrella, ya sea pensando en una futura venta millonaria o en blindarlo como líder indiscutible del proyecto.
La afición merengue oscila ahora entre la frustración y el miedo: si Bellingham no logra regresar pronto en plenitud, los sueños europeos del Real Madrid podrían estar en serio peligro.