Cuando un jugador de apenas 17 años es capaz de leer el juego como un veterano, ejecutar pases imposibles y mantener la calma en los momentos de máxima tensión, el mundo del fútbol no puede evitar tomar nota. Eso es exactamente lo que ocurre con Lamine Yamal, la joya más brillante que ha producido La Masia en los últimos años.

En una entrevista reciente, Gerard Deulofeu, exjugador del FC Barcelona y de la selección española, no dudó en proclamar que Yamal es “ya el mejor asistente del mundo”. No se trata solo de sus estadísticas —que ya son impresionantes para su edad—, sino de su capacidad para cambiar el ritmo y el guion de un partido con una sola jugada. Su visión panorámica, su habilidad para filtrar balones milimétricos y su lectura instantánea de las defensas rivales lo convierten en una amenaza constante.

Yamal no juega como un adolescente en fase de aprendizaje. Sus movimientos sin balón son inteligentes, sus decisiones rápidas y precisas, y su conexión con los delanteros es tan natural que parece fruto de años de experiencia. A menudo se le ve detectando espacios antes de que los defensores siquiera sean conscientes de ellos, lo que le permite asistir con una efectividad que roza la perfección.

Para el Barcelona de Hansi Flick, un equipo que busca recuperar su lugar en la cima de Europa, contar con un jugador de estas características es un lujo y una necesidad. Yamal no solo representa el presente del club, sino que, de mantener su proyección, podría convertirse en el líder técnico de la próxima década.

La pregunta que ahora se hace todo el planeta fútbol es inevitable: si con 17 años ya está en la cima en términos de asistencias, ¿hasta dónde puede llegar? En Can Barça, la ilusión está justificada; y para Deulofeu, la respuesta es clara: “El cielo es el límite para Lamine Yamal”.