En el Real Madrid nada pasa desapercibido, y mucho menos cuando se trata de Jude Bellingham. El centrocampista inglés reapareció en los entrenamientos con una energía sorprendente, desafiando los plazos establecidos por los médicos. Sus movimientos rápidos, la potencia de sus disparos y la intensidad de cada jugada hicieron soñar a la afición con un regreso relámpago.

Sin embargo, la ilusión se transformó rápidamente en desconcierto. Xabi Alonso, tras consultar con el cuerpo médico, interrumpió las prácticas de Bellingham y ordenó frenar el plan de vuelta inmediata. La explicación oficial: el riesgo de que la lesión aún no esté consolidada y que un esfuerzo prematuro derive en una recaída mucho más grave.

Los informes internos son claros: una recaída ahora podría significar perder al inglés durante meses, justo cuando el calendario exige su presencia en los partidos más decisivos, sobre todo en la Champions League. Esta postura prudente busca evitar que la presión de la afición y del propio jugador condicione decisiones que podrían costar caro.

Aun así, varios analistas interpretan esta situación como un pulso silencioso entre la ambición feroz de Bellingham y la estrategia a largo plazo del club. El inglés quiere volver cuanto antes, recuperar el protagonismo y liderar al equipo en el campo; Alonso, en cambio, no está dispuesto a arriesgar la joya de su proyecto por la ansiedad del presente.

En las gradas y en redes sociales se repite la misma sensación: preocupación. Mientras algunos celebran la cautela de Alonso, otros temen que este frenazo oculte un problema más delicado de lo que se ha comunicado oficialmente.
La frase que resuena en los pasillos del Bernabéu lo resume todo: “más vale perder a Bellingham un mes que perderlo toda la temporada”. Pero este dilema abre una pregunta que inquieta a los madridistas: ¿será capaz el equipo de sostenerse sin su líder en los momentos clave?