La maquinaria blanca se mueve en silencio. Según fuentes cercanas al club, el Real Madrid ha iniciado negociaciones secretas con el entorno de Vitinha, el talentoso mediocentro del PSG considerado por muchos como el “nuevo Zidane” por su elegancia, madurez táctica y perfil de liderazgo.

Pero lo que parecía una simple operación de mercado, se ha tornado en un juego de alto riesgo legal y emocional: el Real planea incluir a Eduardo Camavinga como moneda de cambio sin siquiera consultarle directamente.

La clave está en una cláusula confidencial firmada en 2023, cuando Camavinga renovó con el club hasta 2029. Este apartado permite —bajo ciertas condiciones de mercado y rendimiento— su inclusión automática en una operación internacional, sin aprobación expresa del jugador, si el objetivo se considera “estratégico” por la dirección deportiva.

Vitinha encaja perfectamente en esa definición. Con apenas 24 años, su progresión en el PSG ha llamado la atención de Xabi Alonso, quien lo considera el centro de gravedad ideal para su nuevo proyecto táctico.
Desde París, aún no hay comunicación oficial del Madrid. Sin embargo, el entorno de Vitinha habría sido contactado por intermediarios vinculados al Bernabéu, con una propuesta económica y deportiva que le seduce: titularidad asegurada y rol de liderazgo inmediato en LaLiga.
Lo más alarmante es que Camavinga no estaría al tanto de esta posibilidad, y se ha mostrado plenamente integrado y comprometido con el club. De confirmarse esta vía, se abriría una grieta ética en el discurso institucional de “familia y valores”.
¿Está Florentino repitiendo el modelo frío y exitoso de otros grandes movimientos? ¿O esta vez se cruza una línea invisible con consecuencias internas?
Por ahora, en Chamartín se respira tensión… y silencio.