Nada podría haber preparado a Lamine Yamal para lo que le esperaba en el campo del estadio de Lisboa durante la final de la Liga de Naciones.

El joven prodigio español, tan seguro de sí mismo antes del partido, había declarado con pasión: “Voy a demostrar quién soy”. Pero lo que se suponía que sería su coronación se convirtió en una pesadilla technicolor.

Enfrentándose a un Cristiano Ronaldo de 40 años, a quien muchos ya consideraban relegado a la categoría de leyenda en decadencia, Yamal literalmente desapareció del partido. A pesar del dominio de España con la posesión, fue Portugal quien movió los hilos del destino. Ronaldo, discreto pero letal, aprovechó la única oportunidad real para empatar 2-2, devolviendo la esperanza a toda una nación.

En el vestuario español, el ambiente se tornó dramático. Según una fuente de La Roja, Yamal rompió a llorar y se sumió en un profundo silencio. Luego, supuestamente, rechazó todas las entrevistas y pidió no ser incluido en las actividades mediáticas programadas después del partido. Un miembro de la plantilla española incluso confesó: «Nadie reconoció a Lamine. Fue como si hubiera envejecido diez años en una sola noche».

Y eso no es todo: en las horas siguientes, se informó que se filtró a redes privadas una grabación de audio interna en la que se escucha a un exhausto Yamal susurrar: «Lo arruiné todo… CR7 no es humano».
Y mientras los focos se centraban en Ronaldo, celebrando su gol decisivo y su segunda corona de la Liga de Naciones con Portugal, España se sumió en el silencio. La prensa ibérica estaba dividida: algunos pedían protección para el astro catalán, otros denunciaban una escalada prematura de presión orquestada por los medios.
El debate posterior al partido dejó más preguntas que respuestas. ¿Cómo pudo un talento tan brillante desplomarse así? ¿Podrá Yamal recuperarse? Y, sobre todo, ¿marcará esa noche de junio de 2025 el comienzo de una leyenda frustrada o simplemente un capítulo doloroso antes de la gran remontada?
Una cosa es cierta: en el gran escenario del fútbol europeo, las escenas más emotivas no siempre ocurren en el campo de juego.