Frenkie de Jong, ese nombre que cada vez que se menciona, los aficionados no solo recuerdan su suavidad y su agudo pensamiento táctico, sino también los momentos de arrepentimiento cuando estuvo muy cerca de la gloria, pero luego todo desapareció como la espuma del mar.

El partido de vuelta de la semifinal de la Champions League entre el Barcelona y el Inter de Milán esta temporada fue otro punto bajo en la carrera del centrocampista holandés. El Barça llegó al partido con grandes expectativas, tras empatar con el Inter en la ida. Pero en el Camp Nou, ante miles de aficionados, no pudieron superar el último reto para avanzar a la final. Y De Jong, el capitán que no jugó, el líder del mediocampo azulgrana, volvió a experimentar un dolor extremo.

Esta no es la primera vez que Frenkie de Jong se encuentra ante el paraíso de la Champions League. Recordemos la temporada 2018/19, cuando aún jugaba en el Ajax. El equipo holandés se convirtió en un fenómeno europeo al derrotar al Real Madrid y eliminar a la Juventus para avanzar a las semifinales. En la ida, el Ajax ganó 1-0 a domicilio contra el Tottenham. En la vuelta, se puso 2-0 a los 35 minutos. Pero entonces, en un instante, el hat-trick de Lucas Moura echó por tierra todas las esperanzas. El Ajax quedó eliminado por el valor doble de los goles a domicilio, y De Jong, que entonces tenía 21 años, rompió a llorar como un niño.

Casi 5 años después, esa sensación regresó, esta vez con la camiseta del Barcelona. Contra el Inter, Frenkie jugó con gran esfuerzo, luchó incansablemente y distribuyó el balón con sensatez. Pero no pudo salvar el sistema que se desmoronaba solo. El primer gol llegó tras una lamentable pérdida de posesión en el mediocampo, que desencadenó un contraataque relámpago del Inter. En el segundo gol, todo el mediocampo del Barça fue penetrado por un pase simple. Aunque no fue directamente responsable, De Jong fue criticado por no controlar el partido.

Después del partido, la cámara de televisión captó la imagen de Frenkie cabizbajo, con las manos en las rodillas y los ojos enrojecidos. No necesitó decir una palabra, pero todo el mundo lo comprendió: el corazón del capitán estaba roto. Una vez más, se perdió la final de la Champions League, un título que Frenkie nunca tuvo la oportunidad de alcanzar.
El dolor se multiplicó aún más al saber que De Jong había jugado a pesar de su lesión de tobillo. El médico le había aconsejado descansar hasta el final de la temporada, pero Frenkie seguía entrenando en silencio, sin quejarse, para estar presente en el partido a vida o muerte. Esa acción hizo que sus compañeros se quitaran el sombrero ante él. No necesitaba llevar el brazalete de capitán, pero la forma en que luchó por la camiseta, por el club, por el honor: eso es lo que hace a un verdadero líder.
Cuando le preguntaron sobre el futuro, Frenkie solo respondió brevemente: “Volveré más fuerte. La temporada no ha terminado y no he renunciado a nada”. Esa afirmación, sin exagerar, sin adornos, pero llena de la fuerza interior y el coraje de un guerrero.
Frenkie de Jong, el chico de corazón holandés pero alma catalana, seguirá ahí, en el centro del campo del Barça, soportando la enorme presión, superando amargos fracasos para alimentar la esperanza de algún día tocar el prestigioso trofeo de la Champions League.
Y quién sabe, de estos tropiezos, Frenkie escribirá un capítulo glorioso en su carrera, como las verdaderas leyendas han remontado el dolor para conquistar la gloria.